20 de enero de 2017

Categoría con la seriedad y el respeto

Ser Rockero y/o Bluesman no es sinónimo de falta de formalidad.

Entre las malas famas que tengo orbitando a mi alrededor (algunas infundadas, claro) está una muy característica de mí y es que soy muy sangrón e intolerante con respecto a una cosa: la formalidad en la palabra empeñada y más que nada por respeto. Es decir, el respeto que todos merecemos a nuestro tiempo y planes de rutina (laboral especialmente) en las cosas a las que nos dedicamos cada uno de nosotros. Voy a poner un ejemplo muy bobo: si alguno de ustedes es, digamos, carpintero y vengo yo a su taller y le pregunto precios, el carpintero me dirá lo que tenga que decirme y no hay compromiso pero si yo le digo que quiero que me haga un mueble de determinadas características y que es seguro que se lo encargaré, pido presupuesto y le digo que mañana pasaré a dejarle dinero entonces ya existe un compromiso de mi parte y el maestro hará un espacio de tiempo para atenderme aparte de que inconscientemente (es decir, sin darse cuenta) comenzará a contar con ese dinero que yo le aseguré que le daría. pero resulta que a la mera hora decidí que era caro el costo y simplemente lo eché en saco roto olvidándome por completo de que había quedado formalmente con el carpintero de verlo al día siguiente. Si bien no estaba obligado a hacerle la compra, sí lo estaba para notificarle a tiempo la cancelación y permitirle seguir adelante como antes de que yo apareciera en su taller. Ahí yo afecté su tiempo, su rutina y compromisos previos y, peor, atenté contra algo sagrado: su sentido de responsabilidad.

Bueno, yo soy así. Podré ser un hocicón -lo soy- y podré ser odioso pero definitivamente no falto a mi palabra y me gusta ser franco con las personas con las que tengo que interactuar en todo sentido. Como dibujante trato de hacer trabajos con clientes que sepan lo que verdaderamente hago y no con los que suponen que solamente soy un hábil manejador de Corel y Photoshop. Como músico procuro no enfrascarme con agrupaciones y/o colegas que toquen estilos diferentes al mío, primero porque no me gustan y no voy a sentirme cómodo y segundo porque es tanto como defraudarlos a ellos. Luego entonces cuando adquiero un compromiso lo hago convencido de que quiero y voy a cumplir, de otro modo prefiero declinar.

A lo que voy es a la importancia de ser serios y formales y eso es algo que hoy día parece no tener mucho sentido. En 2009, estando en Delicias, Chih., una tal Rebeca Bejarano -responsable de Desarrollo Social en ese municipio- aseguró que nos contrataría como músicos en el 75vo aniversario de la ciudad, eso hizo que comenzaramos a analizar el repertorio que tocaríamos y hasta el comportamiento en escena. Pasó una semana para que, por terceros, nos enteráramos que la tipa había desechado la idea sin tomarse la molestia de avisarnos siquiera. Eso es no tener palabra ni honor y no es que anduvieramos urgidos por tocar (la verdad es que de ese grupo sólo la Oly y yo tocábamos como Dios manda) pero la categoría se evidencía con ese tipo de cosas. En los años siguientes tuve experiencias de ese mismo tipo con gente que se dice profesional y que tiene muy buena actitud al proponer y/o pedir pero a la hora de cumplir su propia promesa le cae de peso.

También he caído en el error de ser un tanto cándido y hasta ingenuo por ejemplo en las redes sociales. Hace casi un año una de mis contactos ofreció aretes rockeros a pedido y pensé en que regalarle unos a la Oly, de los Rolling Stones, no sería mala idea. Se los pedí y quedamos en vernos en determinado lugar a determinada hora, determinado día. Se llegó el día y yo estaba en el lugar a la hora convenida. Pasó una hora, dos, tres.... llamé, me mandó a buzón, envié mensaje, no lo respondió, mande Whatsapp, ni siquiera lo vió. A las siete de la noche de ese día yo había perdido mi tiempo esperando y tratando de comunicarme. Me quedé con un palmo de narices, sin un regalo que quería darle a mi mujer y sintiéndome muy ridículo y burlado. Al día siguiente me mandó un breve mensaje: "Perdón amigo, me encontré a una amistad que no veía hace años y me quedé incomunicada y no te pude avisar". Ok, digamos que acepto sin conceder. Se quedó incomunicada en una ciudad en donde puedes tener problemas para recibir señal digital en tu televisor pero quedarte incomunicado todo un día con tu celular no te la cree ni tu sobrino de siete años. O sea, si a mí me hubiera sucedido es muy probable que yo me las hubiera ingeniado en mandar un mensaje a la persona que me estaba esperando ya que el compromiso es primordial y la otra persona merece respeto y puede tener otras ocupaciones mejores que pasarse el día como idiota esperando a que me acuerde del compromiso. Lo interesante es que la agraviada fue ella y hasta me bloqueó de su cuenta (lo cual resulta muy bobo si se piensa con madurez).

Y en terrenos tan frágiles como es la música la cosa es mas extraña todavía. En 2010 andaba yo tratando de conseguir actuaciones (cuando yo todavía aceptaba tocar en bares) y caí en "La Terraza", conocido antro en la "Alegre" calle de Génova en la Zona Rosa (CDMX) y ahí casi hice guardia para que el encargado se dignara atenderme, charlamos poco y finalmente me dio su tarjeta diciendo: "mira, llámame mañana y quedamos en algo". Llamé al día siguiente y en el cuarto intento me respondió: "oye flaco, ahorita te regreso la llamada, no?". Es el día que el señor no me ha regresado la llamada. Otra experiencia. Claudio Barrera, publicista según él, me encargó no hace mucho algunos trabajos míos (de diseño) para determinar si me contrataba para hacerle unos trabajos a él. Le envié algunos borradores después de que me presionó dos días en apurarme (por cierto, yo le había explicado que me tardaría porque no tenía nada escaneado y muy poco en digital). También, es el día que no me entero si le gustó o no mi trabajo. Yo creo que hasta para rechazar existe la educación de hacerlo saber, no?.

No hace mucho también. Un caballero que se dice muy relacionado en el espectáculo me pidió "DEMOS" para ver cómo me podría promocionar. Le aclaré ese detalle, no tenemos DEMOS sino dos singles en Reverbnation y lo mandé a visitar nuestro perfil. Mostró mucha disposición y me comprometí a llamarle, "No hermano, tengo que hacer otra cosa, te llamo yo". Es la hora en que sigo esperando la llamada. No sé por qué existe ese hábito tan malo de prometer sin comprometer, tan fácil que es decir: "No mano, no me gustó" o "No carnal, de plano no le entro". Qué sí de plano cuesta tanto ser honesto?.

Y así las cosas. Yo tan pesado y sangrón en el sentido de respetar a los demás y mucha gente que piensa que con abrir la boca va a quedar como todo un ejecutivo. De esas veces que la forma de ser de la gente no coincide con esa gran boca que tienen.

Gracias por leer.

Messy Blues