Las consecuencias del Ego en una carrera musical
No hace mucho todavía mucha gente me consideraba "egocentrista" pero esa época del ego acabó para mí ya desde hace mucho justo cuando comencé a darme cuenta que realmente mi vanidad comenzaba a darme complicaciones. Es decir, cuando un músico se siente orgulloso de serlo está muy bien pero cuando la dosis de autoestima va más allá de lo recomendable es cuando las cosas comienzan a andar mal. Yo mismo, a lo largo de mi carrera, deseché o evité a muchos colegas precisamente por su ego inflado y no solo fui yo, otros colegas también evitaban a los mismos egocentristas precisamente por ello pero sin darme cuenta comencé a andar igual hasta que un día acá en la Ciudad de México otro colega que andaba formando un grupo de Blues me dijo que sería magnífico formar "una banda" conmigo pero que él quería hacer algo sencillo y sin estrellas. Me llegó el mensaje velado. Realmente me estaba diciendo que no podía con mi autocomplacencia pero de una manera bastante educada y respetuosa. Desafortunadamente se deja huella, buena y mala, y todo lo que yo expresara después sería tomado como "un desplante de estrellismo". Decidí entonces dejar el ego de lado y concentrarme en hacer las cosas bien y tomando en cuenta a los colegas con los que estuviera trabajando. Y toda la perorata anterior viene al caso por el asunto de que el egocentrismo puede acabar (o limitar en el mejor de los casos) la carrera de cualquier músico y eso sucedió con artistas como Ritchie Blackmore, Yngwie Malmsteen, Madonna, Noel Gallagher y, entre otros más, el recientemente fallecido Prince.
Pero el que sean personajes con un alto nivel de ego no quiere decir que sean por fuerza malos, de hecho en algunos casos es precisamente su sobrada capacidad lo que acentúa más el defecto. Prince por ejemplo, para mi gusto fue un artista cuyo talento le permitió hacer virtualmente lo que él quería y no lo que su agente o disquera le impusieran. Prince creó toda una época y de hecho es de los contados artistas autoadministrados que mejor manejaron su carrera en muchos sentidos (Prince fue considerado un éxito de taquilla y una garantía total de ventas en los años 80 y parte de los 90). Ritchie Blackmore es, como en el caso de Paul McCartney, un músico serio bastante exigente y perfeccionista al grado tal que modificó dos veces la alineación del grupo que lo llevó a la fama, Deep Purple, simplemente porque necesitaba que las cosas funcionaran bien técnica y musicalmente hablando. Conviene reconocer que Rod Evans pasó por muchos episodios de excesos y estuvo a punto de poner en jaque al grupo en tanto Ian Gillan (reemplazo de Evans) tenía una apreciación más operística de la música que hacían y su divergencia radicó en que Blackmore quería hacer un rock más duro. Yngwie Malmsteen por su parte es todo un caso; el guitarrista sueco tenía una meta claramente establecida de lo que él quería hacer y por ende todo aquello que chocara contra su idea no era de su agrado (aún así Malmsteen sí tiene sobrado nivel de narcisismo).
Pero el ego de muchos de esos artistas tiene una extraña razón de ser y en casi todos los casos es la misma: autoestima dañada.
Curiosamente en la mayoría de los casos que he mencionado sus inicios son virtualmente parecidos. Los artistas comienzan enfrentando rechazos y hasta humillaciones (John Lennon cierta vez dijo que él no se sentía agradecido con el público porque él había pagado un costo aún mas elevado que el precio de las entradas y de los discos que vendieron los Beatles y George Harrison apoyó tal hipótesis añadiendo que los fans dejaron sus gritos y su dinero pero que ellos habían pagado dejando los nervios. Paul McCartney en algún momento hizo referencia a lo mismo diciendo que ellos habían pasado por muchas humillaciones a lo largo de su ascenso a la fama) y también sacrifican los artistas muchas cosas propias de cada momento. Los hay quienes sacrificaron momentos de fogatas, paseos, futbol y novias hasta los que sacrificaron las etapas de crecimiento de sus hijos. Debe tomarse en cuenta también que las horas de lecciones y práctica resultan tan castigadoras como el precio mismo del equipo que un músico debe comprar para poder tocar su música.
Poca gente puede entender que el artista egocentrista en realidad está creando un mecanismo de defensa por previas experiencias desagradables aunque no debe dejarse fuera el hecho de que existen megalomanías que alcanzan el nivel clínico de "sobreestimación". Desafortunadamente es precisamente la gente que no lo entiende la que decide si un artista sube o no sube en niveles de fama. Sucede precisamente en los casos de Malmsteen y Prince que, siendo un par de genios, su música no está colocada al nivel merecido y pocos son los medios que los mencionan. La diferencia en ambos es que el sueco es bastante ortodoxo y ha limitado su concepción como artista a una suerte de "Metal Neoclásico" enfocado al virtuosismo tipo Paganini de cuyo encasillamiento ya no puede escapar. Las ventas de sus discos se limitan a un público definido y fiel pero también un tanto limitado (y cuya mayoría se compone de guitarristas). Prince por su parte fue un músico más extenso (dominaba 30 instrumentos) y con amplia experiencia en el campo de la producción (su padre, músico, era propietario de un estudio de grabación) y su trabajo comenzó con la ya mencionada autoadministración y con la autoproducción. Prince creó todo un mercado dentro del funk-soul con claros tintes de blues y godspel a pesar de que nunca fue realmente apreciado como se debería pero en cierto modo fue bastante más práctico manejando su propio mercado pleno de gente con gustos comerciales y al mismo tiempo atraído por su extraña imagen indefinida y bastante sexual. Lo cierto es que Prince ganó tres premios Grammy y Malmsteen no ha sido siquiera nominado.
Ritchie Blackmore es el resultado de una exigente escuela de música y un terriblemente conservador y disciplinado seno familiar. Si existieron niños consentidos y sobreprotegidos después de la segunda guerra, Ritchie no fue uno de ellos. Desertó del colegio a temprana edad y fue ayudante de un operador de radio en un aeropuerto militar en donde se enfrentó a muchos desplantes de oficiales incluído su padre y sus lecciones de guitarra dependían en mucho de su instructor Big Jim Sullivan. Por este comenzó a trabajar como músico de sesión y por las tardes asistía a la escuela de iniciación musical en donde, en sus propias palabras, era harto cuestionado por profesores y compañeros de clase. Resulta un tanto irónico que solamente dentro de un estudio de grabación Ritchie fuera mas respetado y apreciado en contraste con las personas que estaban más cerca moralmente de él (aunque fue su padre quien siempre le dio ánimos para seguir adelante con la guitarra). Ritchie se enfrentó al hecho de que muy pocos músicos con preparación formaran parte de las filas que aspiraban a tocar en un grupo de Rock y en The Savages aprendió a odiar a los músicos empíricos que dependían mas de situaciones externas que de tocar bien y su encuentro con el profesional teclista y maestro Jon Lord, que a su vez estaba asociado con otro músico de escuela llamado Ian Paice, le hicieron más exigente aún ya que trabajar entre profesionales le ampliaba el horizonte pero también lo colocaba en la difícil posición de no poder actuar con "cualquier otro" que no tuviera estudios y, como mencioné antes, eran pocos los músicos que tuvieran preparación musical formal por ese entonces en Inglaterra. Blackmore probablemente tenga un gran ego pero este definitivamente no es gratuito.
Las consecuencias de mantenerse dentro de esos límites del ego, me refiero a nivel fama, estriban en que las carreras de estos artistas se encapsulan y se confinan al grado tal que, pese a que pueden realmente ser los mejores, el público real y el potencial los observan con ojos totalmente diferentes. Para los religiosamente fieles, el artista en cuestión tiene una razón de ser pero para el resto ese artista ha perdido el piso. Y en muchos casos así es, muchos han perdido el piso. No todos ciertamente pero sí artistas como Madonna, Lady Gaga, Lindsay Loghan que actualmente poco pueden aportar a sus respectivas carreras y sus dañadas reputaciones. En el caso de Malmsteen, Blackmore y Prince existe toda una polémica pero si de algo jamás se podrá discutir ni jamás se podrá cuestionar es la calidad de artistas que ellos tienen.
Sea pues, dejemos el Ego por un lado.
Es cuanto
Messy Blues
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