Cuando la categoría no deja de mantenernos a flote
Acepto que en buena parte de los años 90 yo fui bastante insufrible a la hora de emitir juicios hacia mis colegas musicales coterráneos (cuando vivía en Salvatierra, Gto.) y me convertí en un ente bastante odiado por ello. Aunque nada justifica eso, también es verdad que había ciertas razones para haber actuado así ya que el entonces líder de mis colegas del otro grupo, en concreto el guitarrista, nos metió a nosotros algunas zancadillas y yo como buen idiota temperamental que soy arremetí contra todo el grupo y hasta algunos de sus simpatizantes. A juzgar por los resultados, creo que no les hizo mucha gracia. Al final terminé madurando y acepté mi mal comportamiento y a lo largo de este tema explicaré poco a poco por qué.
Hoy en día soy el mismo rufián que todos conocen pero acepté eventualmente que nada es más íntegro que la ética profesional y fue el derrotero que preferí seguir. Es cierto, muchos de ellos aún me odian y aunque no los culpo -del todo- también tendrán que aceptar que hubo muchos intrigosos detrás de todo eso. Pero, ¿ética?. Muchos hablan de profesionalismo, de ser los mejores, de tratar de alcanzar categorías de un nivel social alto y pueden tratar de comerle el mandado a su competidor por el simple hecho de ganar y no de ser calificado. Comparé a propósito por todo esto aquel mal detalle del guitarrista de cabello prematuramente canoso que fue a la oficina del empresario que nos iba a contratar a nosotros para hacerse de esa actuación y dejarnos fuera. Cuestión de ética, o falta de la misma, y creo que varios de mis colegas coincidirán conmigo. Así es mucha gente, para ellos no es cuestión de mantener la calidad sino de acaparar mercado y tal vez en lo comercial y empresarial sea válido, por decirlo así, pero en lo profesional no lo es tanto. El profesionista se debe a su vocación y a su ética y debe evitar en lo posible verse implicado en prácticas poco recomendables.
Ayer platiqué con la chica que, de una manera u otra, me ha orientado mucho en el cuidado de mis perros labrador y siendo como soy, bastante terco, le insistí en que fuera ella quien se convirtiera en la veterinaria de cabecera de ellos. Aquí viene lo interesante. En un estilo por demás categórico y bastante profesional de parte de ella, me indicó que su especialidad no son los perros y que ella preferiría respetar esa área para sus colegas que sí lo hacen. A pesar de ello me tranquilizó diciendo que sí me seguiría orientando en qué hacer en casos de emergencia (y los perros siempre lo tendrán a uno en jaque porque son inquietos como el diablo) y su amable disposición no se contrapuso con algo bastante importante: El Respeto a su Profesión. Quedé muy impresionado por ello. honestamente he conocido poca, muy poca, gente comprometida de esa manera con la ética y me congratulé de haberla conocido (y espero no haberle caído mal).
Pero lo cierto es que este es uno de esos casos de integridad que ponen el ejemplo. Es una manera que tiene la vida de devolverte la fe y de decirte que aún existen personas que valen la pena así como que la vida también te recuerda esas veces en que tú no has sido tan ético que digamos y frente a esto puede uno avergonzarse un poco. Pero algo diré a mi favor, yo actué en defensa propia y aprendí a respetar esta profesión, la música, y comencé a dejar mis demonios en el camino porque me estorbaban, porque me hacían daño, porque me destruían. Por personas como esta chica veterinaria aprendí que la vida no te regala nada pero tampoco te pone imposibles. La vida siempre tendrá un lugar para ti pero te obliga a que lo descubras y la única llave que puede abrir la puerta que te toca está compuesta de dos elementos muy importantes: La integridad y la ética, sin eso es poco probable que logres algo y si lo logras sin esa fórmula, estoy convencido que poco durará la alegría.
Pasé el resto del día de ayer, después de la charla con la chica mencionada, con una grata sensación. Al único profesional médico que había tratado últimamente con esos principios es mi dentista (ah y a mi abogado, jajajajaja) y pensé que ya las cosas se manejaban de otra manera. Es bueno apreciar que todavía hoy hay gente que conoce positivamente sus metas, que sabe lo que quiere y que su método para alcanzar todo eso se basa en esas herramientas tan vitales. Me alegra mucho tener de frente esa clase de ejemplos y me alegra mucho que la vida me los ponga en el camino. Es muy vigorizante -moralmente hablando- saber que también hay premios a la esperanza.
Desde este espacio personal felicito de corazón a la chica veterinaria.
Es cuanto
Messy Blues
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