Algunas cosas del camino
En 32 años de tocar la guitarra (se supone que tendría que decir (y "42 de tocar el piano" pero el piano no lo toqué por casi veinte años hasta hace poco, otra vez) me he enfrentado a cosas buenas y malas. Cuando empecé yo estaba en una posición de querer aprender y les iba persiguiendo a todos los que ya sabían, incluso a los del coro de la iglesia que estaba en la esquina de la casa del abuelo Ramón (padre de mi madre). Eventualmente conocí a colegas realmente buenos, al menos en ese entonces, que formaron conmigo un grupo y fui el "acompañamiento" y, digamos primera voz. Todo eso me llevó a recorrer un largo, larguísimo camino de eventualidades y buenas cosas en las que aprendí a tocar lo suficiente para comenzar a formar yo mismo mis grupos.
Pero crecer musicalmente de los años ochenta a los noventa es un asunto muy peculiar porque, siendo la década del Heavy Metal y que a mí no me guste mucho ese estilo, me ponía en serios predicamentos. Me resulta un tanto sorprendente que en ese entonces haya sido capaz de tocar cosas de Rush, Genesis, Yes y grupos así. Con el tiempo me recargué mas en Jimi Hendrix y me dio por el blues. El Blues, o Los Blues, esa música que, le guste a quien le guste, utiliza como tema capital la escala pentatónica con todas las modificaciones que quieran darle y si acaso alguna nota adicional y eso a la larga me ha valido algunas descalificaciones de parte de músicos que insisten en tocar de modo "estridente" para demostrar algo que, al final de cuentas, se demuestra aunque se rasguéen cosas de folk en una guitarra acústica.
Para mí, la época comprendida entre 1994 y 1996, dos años, fue un tanto cáustica porque mi infantil mentalidad me hizo creer que en Salvatexas tocábamos dos bandas, una de rock y otra de metal, que podrían concatenar armónicamente su trabajo. Supongo yo que las diferencias de edades influyó fuertemente para que al final mi baterista de entonces fuera llamado a las filas de la otra banda, de un modo bastante poco ético, cabe decir, y eso me enfrascó en una guerra cuyas consecuencias aún se hacen sentir. Esos dos años fueron de ilusorias estabilidades que, a la vuelta, se convirtieron en insólitas traiciones y preventas de la amistad por unos centavos. Al final muy poca gente creía en mi grupo y en mí y eso me afectó mucho socialmente hablando, aunque es algo que pretendí no tomar en cuenta.
A partir de 1996 me asocié con Polo Carranza y su padre (Leopoldo Carranza Olvera, QEPD) y no fue un vuelo muy bien planeado que digamos porque tuve que fichar nuevamente un baterista al año siguiente, César Carreño, y luego este salió del grupo para que Polo Carranza regresara en 1999. Todo esto lo menciono porque, en ese lapso de tiempo parecieron ocurrir dos cosas, como músico me estaba enfrascando también en un estatus bastante limitado a tocar cosas de "Rock Clásico" y repetitivos blues que no implicaron mucha creatividad. Por otro lado, la guerra con el grupo que se llevó al baterista original, era retomada a cada rato por el lado contrario por seguidores y amigos de ellos que ni siquiera me conocían (y siguen sin conocerme), Total, en casi nueve años ni el grupo creció como se esperaba y ni mis relaciones personales mejoraron un ápice, Conocí a Rod con quien toqué algo de country y fue genial mientras éramos solo dos tocando de manera divertida en el portal de Zárate, después de eso a ambos se nos metió en la cabeza que uno era mejor que el otro. Él se hizo acompañar de colegas mas, él les llama profesionales, y yo seguí mi asunto como líder de grupos moldeables, tan malos que fui el único invitado para abrirle al popular "El Tri" de Alex Lora en Salvatexas, incluyendo al propio Rod.
En 2008 formé con Trimax un acoplado de grupo que tuvimos la original idea de retomar el "Fuego Blanco" como nombre y, bondad graciosa, tuvimos mas éxito en menos de un año que Crash Fuego Blanco en casi diez. Pareció que se confirmaba aquello de "Nadie es profeta en su tierra". Aún así mantuve mi estilo "Pentatónico", pese a las amplias recomendaciones de un colega que me gritó en la calle: "Apréndete mas escalas" (ps si me las se casi todas, caray). El punto es que analicé después y a fondo mi propia forma de tocar y resultó irónico que personalmente no me disgusto a mí mismo pero sí he sentido, siempre, que puede haber algo mas. Así que, aunado con las fuertes críticas y mi sentido común al respecto, me asumí como "un guitarrista que solo toca la escala pentatónica". La cosa es que al final pensé en el hecho de que, si hasta ahora me ha funcionado, no veo la razón para cambiar el carril a estas alturas. Si ya hay muchos guitarristas, muy jóvenes, que tocan excelentemente bien y muy veloces las escalas armónicas menores y las que surjan experimentando con fuertes distorsiones, entonces debemos haber guitarristas que sigamos tocando las bases y raíces que han hecho del rock lo que es el rock, pienso yo.
Pero el punto es que hace poco sucedieron dos cosas casi al mismo tiempo. Una fue que escuché algunas cosas que grabé como maqueta para el trabajo que estamos planeando en Vassy Courtes, ahí pude escuchar que no estoy tan pentatónico como se me acusa (aunque insisto en que al final me da igual) y de hecho me gustó mucho lo que hice. Me di cuenta que por fin había surgido una evolución entre el trabajo en equipo y el individual y, de hecho, descubrí que en todo este tiempo había sonado bastante mejor de lo que muchos me habían hecho suponer. Esto especialmente viendo los videos existentes en el periodo 2000 al presente. Me había forjado la idea de que yo había ido hacia atrás a partir de 1996 pero no, creo que todo el padecimiento de 17 años valió la pena, al menos artísticamente hablando.
La otra cosa que sucedió, fue al visitar a un colega con cierto peso aquí en la ciudad, como guitarrista. Tiene ya su camino recorrido y en los ochenta, de hecho, estaba varios años de ventaja en el conservatorio. Él es de los pocos músicos de rock que han increpado públicamente a Enrique Bátiz, a quien yo suelo respetar mucho, y hasta ha cuestionado, también públicamente, la sobreestimada capacidad de guitarristas como Malmsteen y Petrucci, cosa que yo no podría hacer del todo. Ese colega me invitó a verlo tocar con su grupo de blues aunque su sonido es mas amplio en ese sentido y trae pianista y todo, lo que le da a su grupo un carácter un poco mas serio y profesional del esperado. Lo vi tocar la guitarra, también Fender, de una manera maestra y soberbia y al final, platicando, le mencioné el asunto de que "soy pentatónico".
Mi amigo comenzó a reirse y me dijo: "De donde sacaste esa mamada?", le expliqué mis desencuentros y me dijo lo siguiente: "Hay dos maneras de ver al resto de colegas. Una es con respeto y la otra con envidia. Tu problema es que sueles fijarte mas en los segundos que en los primeros y eso es un complejo. Quítate la mierda de la cabeza y piensa solo en la música que es la que merece respeto. Para mí, tú tocas bien chingón la guitarra, de otro modo no te hubiera invitado ni como amigo". Sus palabras se me marcaron como fuego en el hierro. Es decir, quienes me han criticado por ser pentatónico y hasta se han burlado de mi forma de tocar, en realidad no son mejores que yo y este colega hasta ha dado clases en la Escuela Nacional de Música y en una escuela propiedad de "Hermes". Descubrí por ende que debo respetarme un poquito mas y poner los pies sobre la tierra. Descubrí que en todo este tiempo siempre he hecho mas caso a mi ego herido y no a mi perfil de músico y que por ello poco he dado su lugar a la música.
Casi 19 años después de haber iniciado como líder de un grupo en Salvatexas, me cayó el veinte de que, afortunadamente existen mas colegas, buenos y malos, que hacen de este mundo una fiesta en la que cada quien toca y escucha la música que mas le acomoda. Hoy me alegro de no haber dejado vereda por camino y, Que Viva la escala pentatónica!!! qué caray!.
Messy Blues
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