12 de octubre de 2017

Cuestión de fe y compromiso

Creer, la fórmula; hacerlo bien, la clave.

Como diseñador gráfico involuntariamente analizo los anuncios de todo tipo y estoy convencido de que la publicidad en los últimos veinte años no es mala, es terrible, simplemente terrible y lo gracioso es que actualmente hasta hay cursos para mejorar esa "terriblez" y así enfocar la publicidad a lo más terrible posible. No obstante me he llevado muchas sorpresas, gratas, en casos que me encantaron, tal es el caso de esos anuncios de "Volvamos a ser hombres" (y no es homofobia, aclaro, yo siento mucho respeto por esa comunidad), los anuncios de Nescafé y uno muy peculiar de AXE cuyo slogan es "No debería funcionar pero funciona", aparte de los anuncios de Tecate en donde corren la canción "Highway Star" de Deep Purple, uno de mis grupos favoritos de Hard Rock. Pero voy directamente a aquello de "No debería funcionar pero funciona" y les diré por qué: es el tipo de cosas que definen mucho a la gente que cree a ciegas en algo ante las escépticas mentalidades del mundo "normal". Pero comienzo desde el principio aplicando, para variar, la experiencia personal.

Hace unos días tuve una suerte de reunión informal con algunos amigos excolegas (musicales) que hacía ya un tiempo no veía. Uno de ellos comenzó a querer hacer un poco de mofa respecto al tamaño de mi frente, que si bien no soy calvo sí la tengo amplia, y siendo como soy con mi sonrisa sardónica le respondí que al menos a mí se me notaba en dónde comenzaba mi frente ya que él sí es decididamente calvo. La verdad no fue una broma agradable, yo mismo me sentí incómodo, pero habría que tomar en cuenta que este asunto del Rock nos volvió esa clase de "Bastardos elegantes" que solemos ser los veteranos del Rock no comercial y la dichosa broma provocó carcajadas. Sin embargo otro de mis amigos dijo lo siguiente: "La verdad pinche Tona, te ves bastante más joven de lo que somos!". Ah bendita vanidad que satisface el Ego de quienes de por sí lo tenemos algo inflado. Mi sonrisa se extendió de oreja a oreja y solo atiné a dar las gracias pero entonces otros dos de ellos hicieron toda clase de observaciones elogiosas y coronaron con una obligada pregunta: "Qué te motiva a seguir en la música?". Aunado esto a las congratulaciones por el reciente disco que grabé con Vassy Courtes, el aún no masterizado "Rooted Time". Así es, todos ellos YA NO tocan. Se han dedicado a sus familias, sus negocios y/o sus empleos bien remunerados (ventaja que tienen sobre mí, jajajajajaja) y han dejado sus instrumentos guardados y de vez en cuando tocan algo en la sala o estudio de sus casas para recordar viejos tiempos. En una reflexión básica me preguntaría a mí mismo: "Será ya tiempo de dejarlo?, es el momento de rendirse y tirar la toalla?" pero mi madre no parió ningún hijo idiota ni conformista. No soy de los que se rinden y no me intimido tan fácilmente ante situaciones adversas, suelo, eso sí, reinventarme y seguir adelante tomando la experiencia anterior para no cometer la misma clase de errores y quedarme con los aciertos pero, más importante aún, seguir creyendo en lo que hago.

Un necesario colofón adicional. Tuve la puntada, previo a la reunión mencionada, de hacerme de la amistad de una persona joven a la que difícilmente podrían gustarle el Rock que me gusta y el Rock que toco (de hecho creo que me tolera por cortesía, jajajaja). Es ciertamente de una generación bastante más joven -mi hijo mayor tendrá su edad- y su profesión es bastante cerebral y al mismo tiempo práctica, es decir, científica en contexto integral. Ahora bien, días después de la reunión multicitada regresé de andar visitando promotores (para la gira de Vassy Courtes) y sentía cierta sensación de ansiedad, ganas de huir, salir corriendo y de alejarme un poco del ambiente de firmas y elogios inmerecidos. Necesitaba, primero un diálogo coloquial y luego un juicio imparcial, frío, fresco y seco, incluso hasta en cierto modo "intolerante" que me devolviera al planeta tierra. Alguien que me dijera: "No hombre, tampoco te infles como pavo real, eres tan humano como cualquiera". Aunque el amable lector no lo crea, los ególatras también necesitamos tocar la realidad. Así las cosas mi primer impulso fue ponerme a tontear en el celular y saludé a esta persona que mencioné al inicio del párrafo y le manifesté mi sentir. Supongo que debe ser una piedra en el zapato recibir mensajes de un sujeto tan latoso como suelo ser yo pero esta persona, educada como siempre, supo sostener un diálogo que no me dio por mi lado sino más bien logró darme el puñetazo psicológico que yo necesitaba. Antes de que esto suene a que "me puso en mi lugar", no, no nos equivoquemos, simplemente dio su punto de vista desde el ángulo que a mí me gusta: objetivo, profesional e íntegro (sus defectos debe tener la persona como buen ser humano pero yo siempre me quedo con las virtudes). Su última respuesta ante mis lloriqueos respecto a la frivolidad fue la siguiente: "Pasa algo similar en todo así que es (cosa de) acostumbrarse". Muchos de mis idealistas amigos habrían protestado airadamente ante esa respuesta. Dirían que es una respuesta muy Milennial y muy fría pero no, en realidad es una de las mejores respuestas que he recibido y en términos profesionales esa persona tiene mucha razón, todas la profesiones, redundando, suelen moverse entre ambientes unos muy reales como otros frívolos y bastante metalizados, aparte de que leí entre líneas que ella sufre del mismo mal muchas veces. Como se lo dije yo a esa persona, visto desde esa perspectiva suena bastante lógico, y lo es.

Pero di esa vuelta a la manzana por una razón objetiva: Por un lado Creer en lo que uno hace, por el otro, Hacerlo debidamente. Esto conjunta el juicio de que a pesar de todo y de mi muy humano sentir sigo creyendo en la olla de oro al final del arco iris, en la luz al final del túnel y en el amanecer al final de la noche. Creo muy convencidamente que subirse al autobús es por alguna razón, no solo por hacer algo y ya. Cuando yo comencé a tocar la guitarra me enfrenté a muchas opiniones, a toda clase de estas, desde los que me decían que era un Maestro y apenas si yo tocaba tres acordes hasta los que de entrada me recomendaban mejor tomar la guitarra como un mero pasatiempo -y hasta hubo quienes me aconsejaron dejarla-. En esos años sufrí muchos desprecios y humillaciones y de hecho me volví bastante frío para tomar esos criterios externos. Me volví como la ranita de la fábula, aquella que se cae al charco pero por estar sorda no escuchaba a los demás animales decirle que se ahogaría y, por el contrario, pensó que le decían que ella podía y saltó a la superficie -ya se que las ranas nadan, es sólo una fábula, eh?-. Así me volví, bastante autócrata. Aún así también supe filtrar el criterio negativo del positivo y decidí que yo quería tocar la guitarra. Pero No quise tocarla solo por tocarla y conformarme con eso y lo explico lo más fácil y sencillo posible. Pienso que si algo te hace feliz tienes por ende que disfrutarlo y vivirlo, ir más allá de lo que ya conseguiste, siempre avanzar y mejorarlo, cambiarlo, hacerlo más amplio aún, sea cual sea tu sueño (siempre y cuando no sea para dañar a nadie y a nada más, digo). Hay una película, "Jamaica bajo cero", en la que un grupo de jóvenes de Jamaica quieren participar en una carrera de trineos a nivel olímpico. Suena bien, no?, pero resulta que las competencias de trineo se practican en lugares donde hay nieve y Jamaica no es precisamente el país más frío del mundo. La cosa es que, contra viento y marea, estos jóvenes logran llegar a las competencias y, en la habitación de hotel, uno de ellos coloca en el espejo del tocador una fotografía del palacio de Buckingham a la vez que dice: "Algún día yo viviré ahí". Acto seguido es objeto de mofa y hasta humillaciones de uno de ellos quien le aclara que se trata de un palacio oficial de la monarquía Inglesa y toma la foto y la arruga tirándola al cesto y repentinamente otro de ellos le reclama al agresor, recoje la foto y la estira, se la devuelve al soñador y le dice: "Ninguna meta es imposible, toma, sigue soñando con tu palacio porque soñar y trabajar te hará llegar a tu palacio, tarde o temprano". Siendo el cursi que suelo ser sobra decir que estaba hecho una Magdalena con esa escena. Escena que vi en 1995 y que, desde entonces, formó parte de mi mentalidad: Seguir soñando con mi palacio.

Pero solamente soñar no basta, no señor. Para alcanzar esa meta es muy probable que tengamos que morder el polvo más de una vez, ascender por cumbres imposibles, brincar sobre pantanos lodosos, defenderse de manadas de lobos, engañar a los buitres que sobrevuelan esperando que caigas, llevarse una que otra paliza ideológica, alejarse de personas que amas, ser señalado como loco de remate y muchas cosas bastante dolorosas. Suena bastante poco atractivo, no?, pero así es, los sueños que valen la pena no suelen ser nada sencillos de alcanzar y eso te obliga a hacer bien las cosas y, con hacerlas bien, me refiero a encontrar la metodología adecuada, otorgarle calidad, dignidad y valor. Si crees firmemente en algo también deberás aceptar el precio que implica y darte cuenta de que nadie es bueno en nada solamente por casualidad o porque hayas sido bendecido por alguna clase de virtud mágica. Es cierto que cuentan la vocación y el talento, y mucho, pero definitivamente no son suficientes para alcanzar la meta, se requiere mucha determinación y muchas veces hasta hígado y corazón de piedra. Habrá quienes se valgan de métodos rápidos para alcanzar dichas metas y hasta lo lograrán pero definitivamente las metas alcanzadas que trascienden y se quedan son las que te costarán un precio muy alto: Sangre, Sudor y Lágrimas.

Y, el otro lado de la moneda. Si se determina alcanzar un sueño, entre más difícil es mejor, vale más la pena. Debe rayar casi casi en lo imposible, bueno ok, no tanto, pero sí debe ser de esa clase de sueños que a uno lo hagan feliz y eso también implica un compromiso. Siempre hay que buscar la calidad, repito, y la mejor forma de hacerlo diferente, trascendente, que sirva de ejemplo, que deje legados y que sea importante para los que vienen detrás. No saben, de verdad no lo saben, cuanto bendije en su momento los consejos sabios de otros que ya habían recorrido el camino, así como los documentos de música, algunos incluso en una simple hoja de papel que para mí valía millones en ese momento. No basta con agradecer a Dios o a aquello en lo que creas, también hay que agradecer a quienes decidieron ir dejando el rastro de migas en el camino para que tú pudieras llegar.

Como siempre, es sólo mi humilde opinión personal.

Es cuanto

Messy Blues

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